Tomas junta las cartas y siente una sensación
nauseabunda subiéndole por la garganta. Es como una erupción del momento
que viene sucediendo, se levantan los mosquitos y las chicharras ensordecen,
los perros hace casi dos horas que están escondidos bajo el catre;
adelantados no quieren saber nada con la lúgubre presciencia que recoge las
cartas a medida que Tomas termina de dar.
-Envido - canta la muerte.
El chuso hecha una mirada a su mano, la primera es un tres de copa,
después la desliza hacia abajo y ve una sola raya.
"Oro" piensa, y la última carta es de basto. Entonces
siente en carne propia como se le escapa el tanto perdido y se imagina
contra las cuerdas abrumado por los bichos que rondan sus oídos. Piensa en
Francisco y en su bisnieto, en las ganas de alzarlo a upa una única
vez. Se siente viejo y casi tan mal sabor tiene ser consciente de estar
alejándose de la orilla de los vivos con los dos pies en la canoa del
barquero, como estar perdiendo. Contesta:
-No hay para tu cocido.
6 - 3
La muerte, confiada, juega un seis de oro.
Tomas piensa "Se regaló" y aprovechando la nueva brecha
abierta con la imagen de Francisco en los parpados,
siente juntarse el corazón con las manos y lo ata con tripas a la
jugada que ya pensó.
Mata con un siete de basto. Callado, juega el tres de copa,
apurando un poco.
-Mmm... Sos jodido.- La muerte deja caer como guadañazo seco en el
centro de la mesita color caoba el ancho de espadas.
El chuso sabe que jugo bien, y sin impresionarse ni un poco; todo
lo contrario, viendo la eficacia de su estrategia se desdobla de risa. Sus
carcajadas son burlonas y prolongadas cuando espera la última
carta.
La muerte molesta juega un doce de oro.
Y en este momento Tomas entiende que la muerte canto envido con
veintiséis, y también la siente arrugada, esta es la oportunidad y sin
dejar de mostrarle la sonrisa triangular con una leve inclinación de la
postura. Le grita en la cara:
-¡Pero con el truco te convido!
Mirando fijo su rey de oro, no se anima y se
consuela respondiendo:
-No se quiere... Remá.
6 - 4 en favor de la muerte
Un chajá canta cerca avisando que el duelo va
llegando al momento culminante. Don Tomas no posa sus ojos en
nada en particular, pero su mente es la que hace el trabajo duro
cuando repasa uno a uno todos los detalles de esta y todas las manos
jugadas. Sabe que la muerte esta confiada con el envido y
que después que termine de repartir las cartas y sea su turno,
indudablemente va a cantarle la falta; y ya no importara nada más.
Sabe que va a jugarse la Falta, lo sabe y no puede permitirlo.
"Voy a tener que cantar yo nomás" piensa
Tomas, piensa El Chuso, piensan los dos y piensa uno. Tomas
quiere y El chuso sabe que tiene, y se anima, se re contra anima, mejor todavía,
se muere de ganas. La muerte ya termino de repartir, los tres
naipes yacen boca abajo, mostrando al cielo sus espaldas
vino tinto en la mesita que se bambolea.
Don Tomas De Quinciana, alías El Chuso con un golpe seco pero
calmado que silencia todo por un segundo en donde solo existió su mano
cayendo sobre el lomo de las tres cartas hace de alguna manera que el
universo le preste atención cuando sonriente dice:
-Falta Envido y Truco
Piensa si le cree no lo cree, es obvio que miente. Pero ningún pelo se
le mueve a Don Tomas y la muerte siente un escalofrió muy humano trepándole la
espalda. Orejea y ojea sus cartas, siente como se desenrosca el elástico que
ataba la tensión del juego, sabe que con su respuesta todo habrá empezado a
terminar.
-Quiero todo.
Tomas, recién ahora se digna a levantar las cartas que le fueron
repartidas por decreto del azar, él sabe que en este juego y en la vida, una
idea como el azar no tiene lugar; sabe que al final "en la cancha
se nota". Piensa en las veces que ensayo Tiburcio esta jugada contra
él, lo siente tan cercano en sus recuerdos que es como si juntos alzaran los
naipes. Los acomoda y suave los desliza hacia abajo. "Uno por uno
es negocio" se decían entre risas y se iban al
mazo para probar suerte en la próxima mano, pero esta vez no
hay próxima mano. El chuso rememora a
Tibur diciéndole: "Si es negocio, pero es de
cagón".
Mira y tiene otra vez el tres de copa que deja asomar tres rayitas de lo que
sea que sigue, "espada" piensa y sin prolongar más la espera mira su
mano completa y se ríe cuando dice:
-Veinticuatro.
La muerte no quiere perder un tanto así de barato. Se consuela
ahora pudiendo dilucidar la mano de El chuso, "si canto veinticuatro
puede tener..."
-Son buenos- contesta, y agarrando confianza de nuevo, se pregona para
la contraofensiva de lo que Tomas tire.
6 - 5
El chuso ríe por su buena estrella y juega el tres de copa.
Aprovechando, la muerte aplasta con el siete de oro.
Y en ese momento la realidad se agrieta bajo el peso de los naipes
cuando agresiva y fría, la muerte juega un dos de basto mientras
eufórica reclama:
-¡Quiero re truco!
Este estallido no inquieta en lo más mínimo a El chuso, que
disfrutando el éxtasis de un momento único como este:
-Quiero vale cuatro.
-¡Quiero!
Tomas tira un tres de espadas.
Y la muerte entiende todo. Por primera vez se siente morir porque lo
entiende todo. Sabe que iba ganando y que le dieron vuelta el partido, y se
siente un poco tonta por no haber resuelto que ya había perdido desde
que Tomas canto sus tantos.
La muerte juega un rey de espadas, "rey rojo nunca
pierde", no es su turno pero no le importa, quiere esperar
el batacazo final plantada en el campo, quiere mirar a su derrota a
la cara y morir de pie.
A Tomas se le aflojan todos los músculos del cuerpo y
ahora puede mirar al vació, los vacíos ojos de la muerte, los mira
bien para no olvidarse nada. Siente el atardecer y piensa que solo han
pasado tres minutos desde que empezaron a jugar. Solo entonces sabe que va a
poder conocer a su bisnieto, lo sabe cuándo deja caer su última carta sobre todas
las demás, concluyendo todo.
-Veinticuatro en mesa.
"Y la muerte siente un escalofrío muy humano trepándole la espalda". Genial!!
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